Cómo encajar los golpes de la crisis?
La palabra clave es adaptación. Éste es el secreto para poder resistir los embates de la crisis y poder vivir en un entorno estable a pesar de que las circunstancias sean adversas.
Cristina, divorciada y con dos hijas, vive en casa de su madre mientras espera encontrar algún trabajo y que su exmarido, que también está en paro, le pase la pensión. Se encuentra tan avergonzada que ni siquiera a sus vecinos les dijo que el piso se lo quitó el banco y simuló que se mudaba de vivienda. Le pidieron dinero para tener derecho a acceder a una entrevista de trabajo, y en una empresa de ventas de aspiradores le solicitaron que pagara por anticipado las futuras ganancias. Sonríe cuando está con sus hijas mientras sentimientos como tristeza, vergüenza, rabia o humillación le lastiman por dentro.
¿Cuáles son las etapas por las que pasamos tras sufrir un duro golpe?
La respuesta es sencilla: no hay etapas. La mayoría de los estudios demuestran que cada uno reaccionamos a nuestra manera. Así que no debemos creer que hay una única forma de superar las circunstancias adversas. Por tanto, debemos escapar de compararnos con los demás, ya que en muchos casos simplemente vemos el exterior de las personas sin saber qué sentimientos verdaderos albergan en su interior.
Nuestro estado anímico tiene una textura elástica. Muchos estudios afirman que la mayoría de las personas que sufren un duro golpe en sus vidas o, por otro lado, tras un gran golpe de suerte, pasado cierto tiempo las personas vuelven a ser las mismas que eran antes del golpe.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de adaptación para encajar y resistir los golpes sin rompernos y así volver al estado inicial. Hoy en día, se puede afirmar que gran parte de personas son resilientes, dejando atrás la vieja concepción de que sólo un pequeño número de personas tenían esta capacidad.
¿Cuales son los dos grandes pilares sobre los que se asienta una persona resiliente? La conexión con otras personas y el coeficiente de optimismo. Cuando explicamos lo que nos pasa, debemos sacar el problema de dentro a afuera y para poder hacerlo debemos fragmentar el problema en pequeños trozos. Al segmentar el problema, le estamos haciendo abarcable. Respecto al optimismo, no sólo se centra en mirar hacia el futuro de forma positiva sino también el pasado. Las personas con mayor capacidad de adaptación cuando miran a su pasado están libres de sentimientos de culpabilidad, lo que les hace encajar los embates con otro semblante.
¿Cómo aplicar la resiliencia a la crisis?
A pesar de la capacidad de adaptación de los humanos, la crisis actual tiene un formato que, en algunos casos, impide que esta facultad cumpla sus funciones. Sufrimos un golpe y nos adaptamos. El problema es que actualmente algunas personas reciben un golpe tras otro: se quedan sin casa, pierden un trabajo…
Otra losa de esta crisis es la incertidumbre. El no saber qué va a suceder hace que, a través de esta crisis, veamos el mundo poco manejable.
Una de las claves es romper con lo previo para alcanzar una nueva mirada. Las personas que realizan esto suelen ser aquéllas que más airosas salen de este tipo de situaciones. De hecho, se estima que dos de cada tres personas que viven este tipo de golpes no sólo son capaces de superarlas sino que además crecen personalmente. La situación les fuerza a ponerse en un nivel superior si quieren afrontar el dolor.
Según Dan Gilbert, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, los seres humanos tenemos una maquinaria cognitiva no consciente que nos ayuda a cambiar nuestras visiones del mundo para poder sentirnos mejor. Del mismo modo, Luis Rojas Marcos afirmas que tenemos un mecanismo genético que protege nuestro estado de ánimo.
Por todo ello, adaptarse es la mejor solución para combatir los golpes que da esta crisis. Debemos tener claro que siempre tras la tempestad, siempre vuelve a brillar la luz del sol.
Fuente: El País Semanal