¿Por qué no puedo dejar ir a mi ex?
Vicente Herrera-Gayosso. Psicocode. Mucho de lo que se ha escrito e investigado en torno a la experiencia del duelo amoroso, es decir, a la experiencia posterior a una ruptura de pareja, tiene que ver específicamente con la forma en que podemos superar el no tener más a esa persona en nuestra vida.
Probablemente esta sea la parte más terrible de todas las que se enfrentan cuando una relación llega a su fin.
También es posible que el sufrimiento se alargue por un hecho sencillo pero demoledor: la incapacidad de dejar ir al ex.
Todos hemos conocido a personas que parecen estar sumergidas en una espiral de conductas que les llevan a tratar de regresar una y otra vez con su antigua pareja, pese a que claramente en muchas ocasiones esto no es lo más benéfico para ellas.
La pregunta que aparece entonces es ¿por qué se da esta, casi pareciera, necedad por aferrarse a una persona que ya no está con uno? ¿Acaso el amor es tan grande que impide tomar una decisión personal sana? O ¿hay algo más en juego?
Particularmente si eres un romántico a ultranza, quizás este artículo te deje un mal sabor de boca, puede ser que hasta te enojes y no compartas mi opinión acerca de las causas por las que alguien no deja ir a su ex pareja, pero te aseguro que si reflexionas un poco más en profundidad es posible que puedas hallar algo de lógica en estas líneas.
Tres razones para no dejar ir a tu ex
Para comenzar te diré que soy un pleno convencido que una persona que no deja ir a su ex está muy lejos de hacerlo por amor.
Creo que hay causas mucho más escondidas que se ponen en juego en esta conducta. A lo largo del trabajo con gente que está superando su pérdida romántica y apenas comienza a vivir su duelo amoroso, he podido percibir que de todas las razones que impiden que superen su relación terminada, hay tres de ellas que se repiten de forma constante. Estas razones son:
1. Ego
Seamos honestos y aceptemos que a nadie le gusta perder. Particularmente en cuestiones de amor romántico esta idea –la de que esta vez hemos perdido-, es un dardo disparado al corazón de la persona.
La búsqueda del ex por ego herido tiene que ver con el sentido de pertenencia que otorgamos a la pareja.
Desde que somos pequeños solemos mantener una visión con respecto a personas consideradas importantes que gira en torno a la creencia de posesión: “mi mamá”, “mi maestra”, “mi novia/o”.
Esta idea de posesión es natural y adecuada para crear un sentido de aceptación social para el niño, sin embargo cuando transcurre el tiempo y el pequeño crece sin ser corregido en el entendido de que los demás no son suyos sino que son entes individuales y por tanto, independientes con respecto a él en sus tomas de decisiones, conductas y sentimientos, no hay una separación entre su propio yo y el ajeno.
Por otro lado, es importante aclarar que esta vez estoy hablándote del ego desde un punto de vista coloquial y no psicológico. Lo que quiere decir que hago referencia a él como un exceso en la autoestima.
La idea subyacente para no dejar ir al ex por ego es que estamos convencidos de ser tan perfectos que no hay manera alguna de que esa persona deje de estar con nosotros. Esto tiene que ver directamente con la definición de ególatra, que es aquél que siente un excesivo amor por sí mismo.
2. Miedo a la soledad
La segunda causa que he visto en estos casos es la de sentir un temor incontrolable ante la perspectiva de quedarse en soledad. Cuando esto ocurre, la persona que siente ese miedo busca la manera de regresar a lo conocido, es decir, mantener la zona de comodidad que le prodigaba estar con su ex pareja para sentirse segura.
La trampa aquí es que casi nunca ocurre que esa “zona cómoda” sea algo positivo para la persona, aunque esta asegure que así es. Por ponerte un ejemplo, aquella persona que no deja ir a su ex porque él o ella le solucionan la vida de manera económica o en cuidados y se aferra a ello, pese a que esa persona pudiera llegar a ser nociva (violenta, infiel, celosa, etc.).
El miedo a la soledad tras una separación proviene de nuestro ser neurótico. La mayoría de las personas confunden neurosis con enojo (“¡Ay, no seas neurótico!”, nos dicen), pero esto es equivocado. Neurosis –de acuerdo a Karen Horney-, es básicamente la sensación de estar solos e indefensos ante un mundo hostil. En ese sentido todos hemos sentido alguna vez ese miedo, pero en el caso de la persona que no deja ir a su ex este temor es aún mayor.
3. Apego confundido con amor
El asunto con el apego es muy interesante. En su libro No se obsesione con el amor, los psicoterapeutas Susan Forward y Craig Buck, mencionan una frase de uno de sus pacientes que –palabras más, palabras menos-, todos los profesionales de la salud mental y emocional hemos escuchado alguna vez: “¡Qué quiere decir con que no es el amor lo que me mueve! Si no es amor, ¿qué demonios es?”.
El apego nos sirve para sobrevivir cuando somos niños. Cuando somos adultos es fuente de muchos sufrimientos. La diferencia estriba en que cuando estamos en infancia necesitamosapegarnos a alguien que nos brinde protección porque somos absolutamente vulnerables.
Sin embargo, las personas que crecen y llegan a la adultez creyendo que aún necesitan apegarse a alguien para poder vivir mejor su vida, se siguen viendo a sí mismos como niños pequeños e indefensos y olvidan que ahora son adultos que pueden –perfectamente-, hacerse cargo de ellos en las situaciones tanto fáciles como complicadas de su vida.
Esto genera una desconfianza en sus capacidades y la manera de solucionar (por el camino corto) ese dilema es apegándose a su pareja o ex pareja a quien consideran –de forma inconsciente-, su base de apego seguro. Aquí entra el mecanismo en donde ellos suelen decir que aún aman a esa persona, cuando en realidad lo que quieren expresar es que aún la necesitan. Eso es lo que llamo confundir apego con amor. Porque, para empezar, si una pareja realmente se ama, ¿cabe la posibilidad de separación?
Ahora y por último, cuando escribí líneas arriba que era un convencido de que las personas que no dejan ir a su ex creyendo que es por amor se equivocan, es porque creo que para darte auténticamente cuenta de que amas todavía a un ex, debes de tomar un tiempo lejos de él para que tus sentimientos tengan una perspectiva clara, cosa que no puede ocurrir si estás pendiente de él o ella todo el tiempo.
Si después de un tiempo sin saber ni ver a tu ex (y estoy hablando de no menos de un año), aún sientes que es amor, probablemente lo sea.
Desde luego que a todos nos duelen las rupturas, sin embargo es necesario y sano admitir que estas forman parte natural de la vida en pareja.
Desde que empezamos una relación con alguien debemos ser conscientes de que eventualmente puede terminar. No quiero decir con esto, desde luego, que entremos a las relaciones con la idea de que terminarán, sino que las disfrutemos al máximo en su brutal y bella experiencia, pero que aceptemos que de acuerdo a la lógica de la vida nada es para siempre y que si nos llega a ocurrir, honremos su vivencia pero sigamos adelante dignamente con nuestra vida. Hasta la próxima.
Photo Credit: Laura Makabresku
Vicente Herrera-Gayosso: psicólogo, video blogger, orador motivacional y autor mexicano. Es egresado de la Universidad Tecnológica de México (Licenciatura en Psicología).
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El articulo refleja muy bien algunos de los motivos que nos impiden romper una relación. Yo añadiría que actualmente un motivo muy importante es el hecho de que hay gente que no se puede separar por que no se lo puede permitir económicamente y tienen que seguir conviviendo bajo el mismo techo obligatoriamente, a pesar de haber terminado todo entre ellos.
El mantener las apariencias sociales también sería en mi opinión otro de los motivos importantes para no romper. Creo que en las relaciones amorosas se mueven más intereses que el auténtico amor
Sí, comparto esa misma opinión, de que en muchos casos el tema económico y otros intereses (tanto de estatus social como de posesividad, provecho personal o dependencia emocional), convierten muchas relaciones en meros acuerdos utilitaristas, negocios de intereses comunes o complementarios o, en resumen, relaciones de conveniencia, donde “el amor” -tal como se lo concibe tradicionalmente- queda solo como una emoción o aliciente, muy importante, pero no el único ni a veces el más importante.
Está claro que la dependencia de cualquier tipo llega a echar a perder -o a adulterar- una relación basada en el respeto y la buena voluntad incondicionales, aspectos básicos para que una relación amorosa sincera y profunda pueda fraguarse.
Gracias Sonora por tu comentario.