Aprender a aceptar

Aprender a aceptar

by in Uncategorized 18/06/2022

Cuando aprendemos a aceptar lo que hay, algo en nosotros deja de resistirse y de luchar contra la vida. Esta es una de las puertas de salida del sufrimiento en el que a menudo nos vemos enredados.  

Quizás no sea nuevo el hecho de que la aceptación es condición sine qua non para encontrar cierta paz ante aquellas circunstancias de la vida que no podemos controlar, que son –todo sea dicho de paso– la mayoría.

Hay cosas en la vida que siguen siendo Misterio y, como tal, escapan a la razón y, por supuesto, al control.                                                       

Es fácil confundir aceptación con resignación, cuando en realidad nada tiene que ver lo uno con lo otro.

La aceptación nos recuerda que podemos aprender a fluir con la vida, a reconocer lo que hay en el instante presente. No reconocerlo nos lleva de cabeza al sufrimiento, ya que tras la resistencia a reconocer lo que es, late una exigencia de que las cosas sean distintas de lo que son.

Aceptar no es, por tanto, sinónimo de resignarse. Tampoco significa renunciar a cambiar las cosas: podemos acoger la vida tal y como se presenta, y a la vez emprender la acción que consideremos necesaria.

La aceptación nos dice que podemos desaprender la ya conocida “ruta neuronal” de “huye o lucha”. Podemos aprender a permanecer en la vida, en vez de tratar de evadirnos de ésta, o de frustrarnos porque las cosas no son “como yo quería que fueran”.

Se trata de reconocer la realidad, de decir “sí” a lo que es, de sintonizar con lo que hay ahora tal y como es.

Normalmente, la aceptación en este grado no es algo que suceda de golpe; es más bien un proceso gradual. La aceptación supone aflojar y abrirse a lo que tenemos ante nosotros, abandonar la lucha. Al dejar de luchar con las cosas tal y como son, descubrimos en nosotros una mayor energía para sanar y transformar lo que se ha hecho consciente.

Desde la aceptación, se abren nuevos caminos de comprensión profunda. Al entrenarnos en el aceptar, estamos en realidad diciendo «sí» a una vida que no está anclada en el miedo, el resentimiento o la ira. Desde la aceptación, podemos vivir con mayor serenidad.

Por ejemplo, cuando una relación de pareja va mal, debido a la incompatibilidad de ambos miembros, el primer paso es la aceptación de cómo es la otra persona, con ello, desaparecen los reproches, la falta de respeto y el intento de que la otra persona cambie. Cuando aceptamos la situación, no luchamos contra la situación por cambiarla, sino que tomamos decisiones de cambio personal, planteándonos la propia vida, y la de la pareja.

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