No quiero mejorar: Las resistencias enPsicoterapia

No quiero mejorar: Las resistencias enPsicoterapia

by in Uncategorized 04/08/2023

Cuando decidimos acudir a psicoterapia es porque hemos detectado alguna
dificultad que nos daña o no nos permite relacionarnos de manera sana. El
proceso terapéutico nos lleva a trabajar y transformar estas
dificultades, pero para ello a veces es necesario abrir temas dolorosos,
cuestionarnos a nosotros mismos y trabajar emociones que no son fáciles
de transitar.
Por esta razón, junto a la voluntad de evolucionar también se despierta
una emoción defensiva, el miedo: a tocar temas dolorosos, a no
conseguirlo, a “desmontarnos”, al cambio… y este miedo, muchas veces
oculto, hace que a veces nos resistamos a descubrir otra forma de vivir y de
vivirnos.
En nuestro interior, por lo tanto, hay dos partes enfrentadas: una que desea
el cambio y se esfuerza por avanzar, y la otra que se resiste y pone
impedimentos para evitar nuestro progreso. Las resistencias son la
expresión de esta segunda parte, son los obstáculos y mecanismos que
inconscientemente creamos para boicotear nuestro propio avance.
Suelo decir que estas resistencias aparecen porque “el dragón se defiende”,
en el sentido que nuestra parte neurótica (“ego”)   que está formada por
nuestras conductas, creencias y reacciones menos sanas, está luchando por
sobrevivir, por que las cosas sigan como hasta ahora.

El miedo al cambio nos enfrenta a lo desconocido, y hace que nos
preguntemos qué pasará si dejamos de hacer lo de siempre: “¿qué pasará si
empiezo a decir que no?” “¿qué pasará si empiezo a mostrarme vulnerable?”
“¿qué seré yo si dejo de victimizarme?”.
A veces el miedo al cambio es tan grande, que inconscientemente
no queremos cambiar. Otras veces la conducta neurótica nos aporta
demasiados “beneficios” como para dejarla ir…
Algunas resistencias se ponen de manifiesto de manera sutil (rechazando
trabajos propuestos por el terapeuta, evitando entrar en emociones o
temas determinados, etc) y otras de forma más evidente y clara, pero todas
con una misma finalidad: la evitación de algo que es percibido como
peligroso, invasivo o doloroso.
El dragón, pues, se defiende del cambio, de lo que resulta difícil admitir, de
lo que le debilita y a veces también del/la terapeuta, quien le confronta y
muestra su verdadero aspecto.
Las resistencias también toman la forma de justificaciones tanto para evitar
empezar una terapia como para abandonar la ya iniciada. Las más
frecuentes son:
“No me hace alta”


La razón que nos llevó a plantearnos iniciar el proceso queda
camuflada bajo pretextos de tipo “no hay para tanto”, “no estoy tan mal”,
“yo soy así”, “en realidad no me hace falta…”
“No tengo tiempo”


Aunque es cierto que el día a día nos empuja a llevar un ritmo muy elevado,
la falta de tiempo suele ser una vía de escape muy frecuente. No
“encontrar” tan sólo una hora semanal o quincenal para nuestro proceso
terapéutico es una manera clara de escaparnos de nosotros mismos.
El terapeuta no es el adecuado


Aunque puede darse en alguna ocasión que la relación terapeuta-cliente no
sea lo suficientemente fluída, hay personas que usan este argumento para
desautorizar inconscientemente al/la terapeuta.  Si voy en busca del
“terapeuta perfecto”, me aseguro de no encontrar ninguno que me

convenza y así puedo justificar mi incapacidad de comprometerme o de
enfrentarme conmigo mismo.


Llegar tarde o no acudir a la sesión


Sí, a veces se puede averiar el metro o nos podemos poner enfermos, pero
si llegamos con retraso u “olvidamos” nuestras sesiones de manera
frecuente, es signo de que nos encontramos ante una resistencia.


No me está sirviendo”


Todo cambio importante requiere un proceso, pero algunos pretenden
modificar conductas de toda una vida en unos pocos meses. Si el proceso
se abandona antes de finalizar, quedarán elementos pendientes de trabajar
y cerrar. La creencia de que no está sirviendo o de que es demasiado lenta,
puede ser una resistencia creada por la impaciencia, el miedo o unas
expectativas irreales.


Ya estoy bien”


Muchas veces, cuando el síntoma que nos lleva a terapia mejora, creemos
que el proceso ha terminado y que no tiene sentido continuar el trabajo.
Una persona es un todo, por lo que una terapia seria es un proceso que
abarca otras cosas además de los síntomas que han mejorado y que no se
completa hasta que no se revisan, trabajan e integran una serie
de elementos importantes como pueden ser creencias, emociones,
relaciones personales, padres, experiencias vitales, etc.
No obstante, no hay que pensar que estos mecanismos bloquean por
completo el proceso, sino que a pesar de ellos el trabajo terapéutico da
sus frutos.
Los y las terapeutas respetamos y trabajamos con las resistencias de
nuestros clientes como reacciones defensivas que son. Al detectarlas,
las mostramos en el momento adecuado para ayudar en la toma de
conciencia de dichos autoboicots.
Las resistencias, por lo tanto, son la expresión de los mecanismos
defensivos que mantenemos en la vida y a pesar de su intención
boicoteadora, si se encauzan correctamente se convierten en grandes
aliadas que nos abren nuevas oportunidades en nuestro crecimiento.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

    Cart